El carácter ancestral de la cultura vinícola convierte a este producto en una fuente de conocimientos, anécdotas, sorpresas y, también, falsos mitos. Este artículo enumera y comenta algunas curiosidades del vino que, probablemente, han pasado desapercibidas hasta ahora. ¿Verdad que se merece un brindis?
7 curiosidades del vino altamente llamativas
El vino ha sido protagonista en gran cantidad de civilizaciones y culturas a lo largo de la historia. El vino es una bebida simbólica, que ha estado presente en importantes momentos y en muchas celebraciones. No es de extrañar, por tanto, que sea rico en habladurías y mitos sorprendentes. Hemos seleccionado algunos de ellos.
1. El origen del color del vino
Uno de los falsos mitos del vino se refiere a su color. Es fácil distinguir entre vinos blancos, rosados y tintos, incluso se alude a sus matices cromáticos durante las catas. Sin embargo, con respecto a su origen, lo cierto es que todos los mostos son incoloros. Da igual de qué clase de vino o uvas procedan, todo zumo de uva es blanco.
La formación de cada tonalidad se produce durante la maceración. Es el color de las pieles de las uvas empleadas el que pigmenta la bebida. Y, entonces sí, se aprecian esos matices tan visuales y espectaculares. Por ejemplo, en el caso de los vinos tintos, el mosto es blanco, pero al estar en contacto con los hollejos durante la maceración, se vuelve tinto.
Una excepción: La variedad garnacha tintorera, como su nombre deja adivinar, produce mostos con color, es decir su pulpa es roja. Si a esto añadimos la fermentación en sus pieles, el resultado es un vino muy concentrado.
2. Dónde se consume más vino del mundo
La mayoría de los interrogados, cuando piensan en qué país se bebe más vino, visualizan grandes potencias como Estados Unidos. También lugares con una gran cultura vinícola, como Francia, España o Italia.
No obstante, la gente suele estar equivocada. Cuando se emplea el indicador de litros bebidos por persona, o vino per cápita el campeón es Portugal, entre todos los países, con un consumo que supera los 52 litros por persona al año. Sin embargo, si además incluimos paraísos fiscales o micro-Estados, descubrimos que un país pequeñísimo dentro de Italia, El Vaticano, se lleva la palma.De media, cada ciudadano consume, como promedio, 74 litros de vino al año. Es decir, unos 21 centilitros al día (un par de copas). No está del todo claro que el número de misas celebradas llegue a justificar este dato.
3. Por qué se brinda con él
En la actualidad, es una tradición consolidada brindar con vino, y cuando se trata de un espumoso es casi una liturgia obligada. Es una expresión positiva, que refleja afecto, comunidad y buenos deseos compartidos. Ahora bien, el origen de esta práctica no es tan positiva como el gesto en sí.
Hace unos cuantos siglos, se empezaron a chocar los vasos y cuencos con fuerza para demostrar que las bebidas no estaban envenenadas. Estos impactos hacían salpicar el líquido contenido, que acababa en el resto de los recipientes. Esta conducta generaba confianza en los demás asistentes, quienes veían libres de sospechas sus consumiciones.
4. ¿Qué temperatura es la mejor para servir el vino?
Entre las preguntas sobre el vino más recurrentes figura esta: ¿a qué temperatura es conveniente servirlo? Un falso mito dice que el tinto debe servirse a temperatura ambiente, es decir, que ha de estar caliente, especialmente en verano. En realidad, esta afirmación no es cierta.
Todos los vinos se sirven fríos, solo que unos más que otros. Siempre es adecuado servir el vino a la temperatura idónea.
Normalmente a mayor complejidad mayor temperatura, así los tintos reservas y grandes reservas se sirven a unos 17ºC, los tintos crianza y jóvenes alrededor de los 14ºC, los blancos con crianza sobre los 10ºC, rosados y blancos secos en torno a los 8ºC y por último los espumosos y dulces a unos 6ºC.
Con todo, los gustos personales también se tienen en cuenta, aunque sin alejarse demasiado de estos guarismos recomendables.
5. Tinto para carnes y blanco para pescados
Esta idea ha quedado completamente superada hoy en día. Se puede, y se debe, ignorar esta norma clásica de maridaje. De hecho, hay vinos blancos excelentes para carnes y tintos únicos para reforzar la intensidad del atún, el salmón o el bacalao. El arte del maridaje se está diversificando y lo que cuenta, más que el color del vino, es el sabor de los alimentos con el vino y olvídate de la coloración.
6. No importa cómo ni dónde se sirve
Hay quien aplica a las degustaciones vinícolas aquello de que: «Aunque la mona se vista de seda, mona se queda». Y su contrario: «El buen paño, en el arca se vende». Es cierto que un vino malo no va a pasar nunca por bueno y que uno magnífico siempre cumplirá mejor las expectativas.
Sin embargo, el vino se disfruta con todos los sentidos. Es una experiencia multisensorial y, como tal, los detalles mejoran o empeoran la satisfacción final. Por eso un buen servicio, la correcta degustación o el tipo de copa empleado influyen muchísimo en la percepción.
7. Por qué el culo de las botellas está metido hacia dentro
A todos ha llamado la atención alguna vez el formato cóncavo de la parte inferior de las botellas de vino. Es bien sabido que los camareros lo aprovechan al servir las copas, pero el agarre no es la única razón de ser de esta ergonomía.
El motivo de este formato, denominado picado, es mantener los sedimentos en los laterales del fondo de la botella. Además, de forma colateral, genera una sensación óptica de mayor tamaño, y contenido, en el recipiente.
Conocer estas curiosidades del vino resulta, siempre, sorprendente y atractivo. No cabe duda de que un producto con tanta trayectoria forma parte de gran cantidad de culturas. Con todo, lo principal es probarlo y dejarse envolver por sus placenteras y siempre estimulantes sensaciones.
M. Moratalla